El sonido de la puerta al cerrarse llegó hasta sus oidos, al fin solos en la oficina, disponía de una hora antes del regreso de los compañeros y llevaba toda la mañana mirando para ella, sintiendo aumentar el deseo a cada instante.
La levantó y colocó sobre la mesa. Con dedos temblorosos deslizó la cremallera dejando su interior expuesto a los sentidos. Las manos se desplazaron con avidez, provocando que un aroma irresistible le envolviera.
Sentía la boca seca, el corazón palpitante. Intuía el momento final con un indescriptible placer anticipado.Con dedos hábiles deshizo el cierre y sus ojos se llenaron con la imagen tanto tiempo esperada. Al fin, el ansiado momento hizo su aparición con más premura de la pensada.
Se levantó despacio y con ella en las manos se acercó al microondas. Introdujo la bandeja con albóndigas estofadas que había traido en la fiambrera y … le dió dos minutos más.
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