martes, 7 de octubre de 2014

Un viaje sin vuelta

     El sonido de los ejes de una carreta se acercaba lentamente. En el preciso instante que más fuerte se oía, el silencio se adueñó de la pradera. El grupo se detuvo, y Udol se adelantó a sus compañeros. Tras un largo viaje desde sus montañas maternas aquel lugar parecía perfecto; una planicie, al norte, desde donde procedía un pequeño grupo, un bosque proporcionaría combustible; al sur y al este unas elevaciones donde su experiencia le indicaba la existencia de valiosos minerales, asegurarían la defensa, un oeste despejado para recibir los rayos del sol que caldearan el hogar, y en el noroeste el río; agua y alimento.
     A una seña de Udol, sus hermanos comenzaron los preparativos. Asegurando la posición, iniciaron la tala de un gran limonero y comenzaron a excavar en el fertil suelo en busca de la roca necesaria donde iniciar su nuevo hogar.

     Era el primer día de primavera y el invierno quedaba aún lejano, aún así debían darse prisa. Preparar los huertos para una cosecha temprana de setas que les proporcionase alimento y el siempre bienvenido licor, excavar en roca viva alojamiento para doscientos hermanos y hermanas con sus talleres, zonas de reunión, hospitales, almacenes; no es tarea de un día. Los demás se irían incorporando en grupos y les echarían una mano, pero mientras tanto era necesario asegurar el hogar, en cualquier momento los goblins, kobolds u otras criaturas más horribles podrían abalanzarse sobre ellos, ahora incluso, podrían estar observando.

     Era el primer día del resto de su existencia, no había vuelta atrás, era un viaje de sólo ida...

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